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Bajo el inclemente sol el cual para esta hora del día derrite piedras espero pacientemente tu arribo, con una sonrisa en mi rostro.
Por varios cientos de minutos te he estado esperando sin que en mi desfallezca el temple, la emoción de verte.
Ya antes de ésto cayó un gran diluvio, los seres bípedos a mi alrededor buscaron refugio, mas tu servidor quedó estoico, convertido en una verdadera estaTua de marfil.
Así pasaron las horas, el sol cedió su lugar a la luna y su corte de estrellas, las chamarras salieron a relucir mientras las lámparas iluminaban de nuevo la ciudad.
Permanezco como una estatua de marfil.
...
Cuento viejo, aquella estatua permanece ahí, ha pasado mas de un siglo y hasta la ciudad un enrejado le ha construido, de tanto esperar se ha convertido de verdad en una estatua aunque muchos aún mencionan que puede escucharse su corazón, uno como pocos que a pesar del tiempo y de tu falsa promesa nunca se cansó de esperar, siempre con una sonrisa, con un brillo en sus ojos. Ahora si, una estatua de marfil.
Mientras duermo Puedo claramente ver una vela, Del alma el corazón La cual tiene más que nunca flamante brillo.
Otrora a punto de ofuscarse, De que un frasco encima provocara su combustión, De que labios con aire maldito Trataran que claudicara en medio de la confusión.
Era como la vela de un barco en una tormenta, Tan frágil como la vida de los tripulantes, Expectante y preocupada de ser abatida Por las embestidas de enormes olas.
Vela con una estructura de cera Tan grande como una secuoya Aunque su flama tan débil Como aquella que compone un pastel.
Vela del alma, Corazón de la misma, Que ahora vive alimentada de tu gas, De tu oxígeno que cada día la hace arder más, De tu calidez al cubrirla del viento y de la lluvia, De protegerla en ese gran refugio Que es tú eterno y dulce corazón, Junto a la vela de tu alma, Corazón de la misma.